25 enero 2009

Testimonio ante un Guillatún Mapuche


Les adjunto un texto de las vivencias de Ana Rosa Ortiz, una amiga que tuvo el privilegio de asistir a un Guillatún de la gente de la Tierra (Mapuche); las fotos fueron sacadas por mi cuando - también - asistí a esta magna ceremonia el 2007; son los especiales niños Pehuenches del lugar.

Mari Mari

--------

Tenía que ver esto

Tenía que estar ahí para saber qué es lo que hay que cuidar.

Lo que tenemos que proteger más allá de toda ideología, de todo credo, raza, edad o aparente diferencia que aparentemente nos diferencie.

Después de recorrer muchos pueblos ciudades y países puedo ver que aún, AÚN existe un lugar en la Tierra que carece de contaminación, de luz eléctrica, de botellas de plástico y pañales descartables tirados en los costados de los caminos...

Agua cristalina, cristalina.

Vegetación pura natural, sin injertos ni herbicidas, ni pesticidas, ni funguicidas, ni asesinos, ni suicidas. Sin híbridos ni bonsái. Ahí hay lo que hay desde siempre.

Y de noche, al mirar el cielo sin luces artificiales que encandilen, u obstruyan la mirada el cielo nocturno es azul oscuro casi negro y blanco, blanco de miles de millones de puntitos blancos estelares seres que vibran y titilan en una armonía natural, cósmica, eterna. Desde siempre y para siempre...

Y los niños ¡Los niños!

Qué seres más magníficos, niños sin televisión, sin computadora, sin tecnología avasallando sus días, sus almas.

Son niños de sonrisa rápida, casi instalada en sus caras. Son niños abiertos a llamar “Tía” a quien se acerque a charlar, a compartir, a jugar con ellos.

Listos a guiarnos por los senderos ocultos y escarpados para llegar a las mágicas cascadas escondidas, saben todos los caminos y saben andar a caballo y ya se han iniciado en los ritos de los adultos. Algunos danzan, otros aúcan, y siguen estando cargados de inocencia y abiertos a lo que hay, a lo que se da, a escuchar, a tirarse al piso para recibir un masaje en la pancita de algún desconocido que ya es un tío o una tía. Así de simple. Así de confiados en el ser humano.

Expertos en tirar piedras al río, escalar montañas, y hacerse su lugar sin invadir, sino abiertos y alegres a compartir.

Observadores al máximo, descubridores de las personalidades de los visitantes, están relajadamente alertas. Atentos a participar o a recibir. A dejarse llevar a pasear, a recibir una comida extraña a ofrecer sus mejores aportes cuando se aparece una prueba, un escollo, una oportunidad de mostrar las respuestas hábiles, creativas.

Niños bellos, llenos de ganas de compartir con otros niños, con los adultos, no importa quién. Abiertos y generosos.

Sonrientes y sinceros. Con picardía riéndose de la torpeza del citadino visitante, pero de frente, cara a cara. Disfrutando esa diferencia entre los torpes allegados y ellos, los ‘dueños de casa’

Casa que tiene de patio hectáreas de vegetación natural, por ducha vertientes, arroyos y cascadas; por mascotas todos los animales libres y los de granja.

Los adultos son adultos simples con las virtudes y defectos de todas las culturas. Pero muy a la vista y todos lo saben.

Es como más fácil conectarse con esta gente. Acercarse al amable, alejarse del envidioso.

No hay mucho más ...

No quiero decir el nombre del lugar. Quiero protegerlo, preservarlo de visitantes, de turistas abusones. De luces, shoppings, basura a raudales, aguas intoxicadas,...

Pero quiero que sepas que en este mundo, no muy lejos sí existe: “La PUREZA”

Y CREO QUE ES ESO LO QUE TODOS SOMOS RESPONSABLES DE CUIDAR LA PROPIA PUREZA Y LA DE NUESTRA TIERRA

Ana Rosa Ortiz
www.anarosaortiz.com.ar

(enero 2009)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario